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Decir que de lo que no se puede hablar mejor es callar, no supone la negación del juicio sino una forma de apelar a una nueva manera de conocer. Wittgenstein descubre que hay realidades que sólo pueden abordarse desde el silencio. Recoge así el testigo, acaso medieval, del culto al silencio y la introspección. El saber no se suspende, únicamente nos despojamos del lenguaje para descubrir nuevas disposiciones de acceso a una realidad que se da en una clave distinta. Se trata del terreno de la mística al que sólo podemos acceder mediante un silencio iluminador.
Propongo: ¿por qué no leer el final del Tractatus desde la introspección de Agustín de Hipona así como desde el repliegue cartesiano? y me pregunto: ¿qué otros pensadores podrían integrar esta cruzada del silencio? ¿Spinoza? ¿Pascal?
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