J.J.ROUSSEAU


                                                                                                                                      HªFILOSOFÍA
Jean Jacques ROUSSEAU
(1712-1778)


La ilustración

                Del mismo modo que Kant años después considerará imprescindible abordar la cuestión de la ilustración ante los abusos y el posible fracaso de una razón dogmática,  Rousseau  reaccionó críticamente contra el proyecto ilustrado que se abría paso por considerar infructuosa la mera reforma institucional planeada por los revolucionarios.
                Si bien es cierto de que la reforma de las estructuras del estado era imprescindible, que el absolutismo monárquico y la irracionalidad supersticiosa bajo la que se asentaba el poder de la iglesia debían ser sustituidas por unas nuevas instituciones representativas del pueblo y fundamentadas en la razón, también es cierto a juicio del suizo que todo esto debía estar acompañado de un programa educativo que garantizara el buen funcionamiento de la nueva república democrática. De otro modo los errores del pasado volverían a repetirse y el nuevo Estado caería en formas corruptas que imposibilitarían la justicia. No hay cambios estructurales que valgan sin una reforma del tejido moral de los ciudadanos; solo así es posible ordenar una ciudadanía en la que la libertad sea garantizada.

                Influido por el Calvinismo, Rousseau consideraba que la acción del hombre en la vigente sociedad civil, obedecía a intereses particulares en el marco de las diferencias sociales fundamentadas en la propiedad privada. En este sentido a su juicio todas las acciones “públicas” serían actos vanidosos que persiguirían el interés individual y el progreso personal en la jerarquía social. Inspirado por los personajes históricos que Plutarco recogió en sus obras (Vidas paralelas, Moralia) afirmó un modelo de ciudadano basado en el sacrificio y movido por el interés común  hacia la patria/polis o la humanidad (la nueva escala helenística).

La Sociedad Civil

                En el  ciudadano moderno, a juicio de Rousseau, apenas puede ya percibirse su naturaleza bondadosa. Dado ya en el seno de una sociedad civil en marcha, fuente de diferencias que distorsionan la naturaleza humana afectando la voluntad, persigue cada uno el propio interés movido por el miedo y las pasiones artificiales.

                La Sociedad moderna reproduce incesantemente las diferencias y genera numerosas hostilidades que dan pie a que el hombre construya estrategias basadas en el interés particular. En definitiva se trata de una actitud egoísta que contradice su piedad natural y pervierte el uso de la razón en tanto qué esta deja de darse en un contexto de libertad sino de exigencia/necesidades artificiales.

                Rousseau considera necesario reconstruir el orden social bajo nuevos parámetros que no sepulten la naturaleza humana sino que la encaucen y permitan que sin dejar de formar sociedad, los ciudadanos lleguen a conservar sus derechos y libertades naturales. Más allá de las reformas institucionales resulta urgente una actuación en el orden moral. Acabó por defender la necesidad de añadir a las reformas institucionales de los revolucionarios ilustrados una reforma en el orden de la educación y los valores morales. Repetimos que no tenía sentido a su juicio una nueva sociedad basada en una moral tradicional sustentada en el interés personal y en una propiedad privada. Por el contrario se debe educar al ciudadano en los valores comunitarios y en el interés general.

                El ideal de progreso de los ilustrado no podía ser un entendido como un mero avance en las estructuras del estado sino también como progreso moral del hombre, es decir, un cambio que avnazará hacia una finalidad muy concreta que Rousseau entendió como los derechos naturales del hombre. El progreso, concepto fundamental de la ilustración, debe reconsiderarse en  nuevos términos. El avance material, de corte científico no es el progreso esencial. El renacimiento significó una revolución científica, ahora la ilustración debe ser la revolución político-moral. La ilustración puede que parezca un paso adelante, pero en verdad no lo será si sigue arrastrando una falta de reforma en el orden moral. Sea monarquía o república, sin una reforma moral no hay un auténtico progreso.


Antropología

                Rousseau entiende que el hombre natural (ojo, no el ciudadano), es un ser bueno por naturaleza de manera similar aunque no igual a como Locke previamente había afirmado. Reconoce que la naturaleza humana es bondadosa y que en ella se da una natural tendencia a establecer vínculos con los demás basados en el apoyo mutuo.

El hombre se diferencia del resto de los seres vivos en tanto que es agente libre, es decir, puede actuar inteligentemente usando su razón y disponiendo de libertad. Pretende su conservación

A. Dimensión sensible y pasional: son fuerzas que afectan al individuo a nivel corporal y que pueden tener diverso origen, bien natural o innato, bien artificial en sociedad.

 - Amor de sí: es la pasión primitiva e innata que se da en todos los seres humanos basada en el respeto hacia uno mismo y que es el fundamento de la autoconservación y de la búsqueda del bienestar personal.
 - Piedad: es la inclinación natural irracional (luego no es un principio ético-racional) que el individuo siente hacia los demás; en otras palabras la fuerza mediante la cual se establece la empatía-compasión con el resto y  pretende la conservación de la especie.

 - Amor propio: es una modificación del amor de sí dado en el marco de una sociedad civil desigual y que inclina al individuo a ser el primero entre muchos. Es una forma de amor hacia uno mismo egoísta y base del orgullo y del resto de las pasiones artificiales ya que el fin al que aspira es la superioridad y no el bienestar, y en este sentido surge la comparación inevitable con los demás.
 - Pasiones artificiales: orgullo, envidia, resentimiento, complejos…, se dan en el marco de una sociedad civil desigual y surgen de la comparación con el resto.

B. Dimensión inteligente - espiritual:
 - Razón: mueve al hombre hacia su perfección natural recurriendo a la razón como facultad mediante la cual regular su acción y lograr así acercarse a la plenitud. Corre el riesgo no obstante de que la razón fracase, bien por debilidad de ésta sometida a las pasiones que le asaltan al individuo, bien por un mal uso de esa razón.

 - La voluntad que es la facultad que mueve al ser humano, es decir, que da pie a la acción está doblemente determinada, a saber, por las pasiones (sean éstas del origen que sean) y por la razón. Únicamente las acciones que se dan en las que la razón interviene pueden ser consideradas morales. Aquellas acciones dadas únicamente por una voluntad que se encuentra bajo el influjo exclusivo de las pasiones no podrán considerarse morales. Ahora bien, en tanto que agente libre, precisamente por estar dotado de razón, el ser humano tiene la obligación de usar su facultad intelectual para deliberar acerca de la acción. Por estar dotado de conciencia de su libertad no podrá dar la espalda a esta responsabilidad.


El contrato social

                El hombre no es un ser social por naturaleza, es decir, no hay en él una tendencia o inclinación natural y necesaria para establecer, cediendo parte de sus libertades, una comunidad en la que, y únicamente en ella, podrá desplegar su Ser (al modo aristotélico), acaso ser libre y ante todo racional.
                La Sociedad civil en la que se encuentra es el resultado de un pacto o contrato social por medio del cual ha aceptado en parte la sumisión frente a una autoridad poseedora del poder político y por tanto gestora de los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos.
                Se entiende por enajenación (y así lo distinguimos de la alienación deseada que luego veremos) cuando el ser humano cede sus libertades ante el Estado por miedo, a cambio de una cierta seguridad y unas garantías de vida. Y enajenación cuando las decisiones que tome en la sociedad civil sean resultado de la perversión de su naturaleza en un contexto de competencia y necesidades al que se le suma una debilidad espiritual de una voluntad débil y carente de una educación.
                La estructura de esa sociedad civil que critica Rousseau y que es necesario trasformar (praxis que luego retomará Marx pero en unos términos materialistas y no ideológicos) es resultado de un contrato de enajenación basado en el interés particular, es deficiente e injusta y contribuye a reproducir incesantemente las diferencias sociales que imposibilitarán la toma de decisiones libres. Perjudica al hombre y lo mantiene en un estado de alienación constante en el que su voluntad y su razón quedan determinadas por el amor propio encadenando al hombre a la deliberación egoísta sin poder optar a la decisión por el interés general.
                El origen de la sociedad civil no es natural sino que es contractual, a saber, fruto de una decisión deliberada y racional, mediante la cual los hombres ceden sus libertades a las instituciones o el estado dándole la potestad de ordenar el espacio político reconociendo derechos y obligaciones en los ciudadanos.

El estado de Naturaleza: Rousseau recurre a este concepto para concebir al hombre en la situación previa a la sociedad civil. Es un recurso teórico, esto es, no real, que el filósofo emplea para señalar la necesidad de salida a una sociedad civil a través de un contrato. Es un estado en el que el hombre nunca estuvo y en el que quizás nunca estará pero sirve para encarar los modos que están a su disposición para reformar la actual sociedad civil. Así pues, cabe la posibilidad de firmar dos tipos de contrato, uno fruto del miedo y otro en libertad. En ese estado pretérito, el individuo entiende que no dispone de las fuerzas suficientes para sobrevivir y desarrollarse plenamente. La razón le lleva al ser humnano a considerar que la unión con los demás le ha de permitir superar las dificultades bajo las que vive. Descubre que en el interés común, la supervivencia y el desarrollo del grupo, queda incluido su propio interés.

 - El contrato de enajenación: Es aquel pacto que los hombres están dispuestos a firmar para formar sociedad mediante el cual entregan  el poder político a una autoridad y renuncian a su libertad movidos por el miedo. Este pacto, que se corresponde con el modelo presentado anteriormente por Hobbes genera una ciudadanía enajenada en tanto que se entregan a modo de esclavos respecto al estado y dejan de poseerse a sí mismos. Lo esencial en este contrato es que el sujeto anula su libertad frente a una autoridad individual que será aquella que tomará las decisiones de gestión de la comunidad, pudiendo ésta velar por el interés general o por el contrario por el general, pero siempre desde su reflexión individual.

 -  El Contrato social: el pacto que a juicio de Rousseau debe firmarse es por el contrario un contrato social auténtico en el que racional y libremente, es decir, sin el influjo del miedo ni de las afecciones egoístas, se sometan a la ley dada por y desde la voluntad general. A diferencia del contrato de enajenación en el cual, recordémoslo, la entrega se hace a una voluntad individual legisladora, en el caso del nuevo contrato el individuo responde ante la voluntad general -garante del interés general y constituida democraticamente- y en definitiva ante sí mismo por encontrarse su voluntad particular integrada en la voluntad general. Luego la ley ante la que se responde es la ley que uno mismo se ha puesto de manera que ni se da enajenación ni esclavitud, es decir, se da un sometimiento a la ley en libertad pasando de una libertad natural a una civil y política (una alienación/enajenación en todo caso querida y libre, acorde a su naturaleza)
Es en ese contexto en el que el ciudadano podrá obrar con la libertad necesaria y decidir moralmente según su educación velando por el interés general de acuerdo a su naturaleza y siendo virtuoso, a saber, determinada su voluntad por sus pasiones en el ejercicio de sus facultades racionales.
Esa nueva sociedad contemplará el derecho natural de todos y cada uno de los ciudadanos, las libertades naturales y los fines que están precisamente en la entrega que de sí hace cada uno. El interés general-la voluntad general, recordemos que se entiende como una prioridad que tiene eso sí, como finalidad el bienestar de cada uno. Esto significa que una voluntad general, una sociedad civil-un Estado que reproduzca una estructrura institucional en la que el individuo se vea sobrepasado y sumido en una situación de hostilidad equiparable con la amenaza reinante en el estado de naturaleza carecerá de sentido y debe desaparecer.


Anexo 1

El Problema de la propiedad privada; comparativa Rousseau-Marx.

                Rousseau en modo alguno niega la propiedad privada sino que se plantea la posibilidad de anular su efecto de enajenación gracias a la educación en los valores naturales. En este sentido la propiedad privada dejará paso a la propiedad pública en el orden de deseos y prioridades que determinen la voluntad de cada ciudadano.
Por el contrario la reforma que hará Marx en relación a la propiedad privada atiende a la supresión radical de ésta. Se da en el alemán cierto escepticismo respecto a la posibilidad de evitar con la mera educación el efecto enajenador de la propiedad privada. Los parámetros materialistas en los que se mueve su lectura de las sociedades anulan cualquier posibilidad de considerar a la educación como un recurso por medio del cual disponer al hombre al bien común. Recordemos que son las infraestructuras materiales (relaciones de producción) las que determinan la voluntad del trabajador y que no hay religión ni filosofía que pueda alterar sus efectos. De manera que en caso de querer disolver la enajenación solo cabría la posibilidad de hacerlo cambiando las estructuras, es decir, acabando radicalmente con la propiedad pública.


Anexo 2

El Sujeto trascendental: comparativa Rousseau-Kant.

                El planteamiento del ser humano antes de su condicion de ciudadano, considerarlo aunque solo sea a nivel teórico con anterioridad a la sociedad civil, en el estado de naturaleza, e intentar definir la esencia del ser humano es una tarea que recuerda a lo que luego hará Kant al buscar al sujeto trascendental en el orden del conocimiento. Mientras que Rousseau busca al hombre anterior a la sociedad, Kant busca al hombre anterior al conocimiento.





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