Maquiavelo

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Nicolás Maquiavelo (1469-1527)

La nueva política:

-          Realismo político:
Decimos que las ideas de Maquiavelo suponen un giro antropocéntrico en el ámbito de la política.
A diferencia del modelo teológico que delegaba el ejercicio de la política en las fuentes reveladas (El texto sagrado y la autoridad eclesiástica), Maquiavelo propone un paradigma político en el que el ser humano se manifiesta como sujeto capaz de hacer política por medio de la facultad racional.
No es descabellado afirmar que con Maquiavelo surge la Ciencia política. Si bien podemos suponer que el ejercicio de la política como ejercicio práctico de la razón ya venía teniendo lugar, no es hasta la llegada del filósofo florentino cuando se la reconoce como tal.
Maquiavelo recupera lo que ya en Platón había quedado perfilado en torno a la figura del rey Filósofo al defender que detrás del ejercicio político virtuoso debe estar el conocimiento. Es necesario la sabiduría política que, para el buen ejercicio de la política, entendiendo por “bueno” no lo que la moral dictamine sino lo que sea necesario para resolver las dificultades y los conflictos de la convivencia, es decir, del espacio público. En este sentido hay que tener en cuenta que, según Maquiavelo, el ejercicio de la política debe ser ajeno a la moral.

El saber político lo entiende Maquiavelo como el ejercicio racional de carácter inductivo. Se desmarca en este sentido de la razón especulativa platónica en favor de una racionalidad de tipo aristotélico. La razón debe trabajar sobre el ámbito de la física; será a partir de las experiencias políticas como podremos llegar inductivamente a descubrir los conocimientos universales que nos permitan llevar a cabo una buena gestión de la ciudad. Maquiavelo está defendiendo un realismo político.

La filosofía de Maquiavelo es una especie de síntesis de las políticas platónicas y aristotélicas. Por una parte, defiende la idea de una República al estilo platónico, es decir, una jerarquía de sabios con un líder a la cabeza, pero, por otra parte, con una sabiduría que se entiende según la razón aristotélica. No defiende la razón especulativa de tipo platónico, a saber, aquella que debía desvincularse de la experiencia sensible, sino que por el contrario Maquiavelo entiende que el conocimiento solo es posible con un uso inductivo a partir del ámbito físico, es decir de las experiencias cotidianas.

-          Consideraciones antropológicas:
Para Maquiavelo el político, como buen científico, debe descubrir la naturaleza de la ciudad, así como de la naturaleza humana. Afirma que existe una naturaleza fija e invariable que puede ser conocida. El análisis de la historia le da pie a Maquiavelo para afirmar que hay dos tipos de seres humanos: los que aspiran al poder político y los que naturalmente prefieren no participar en la construcción de la ciudadanía. Todos desean a juicio de Maquiavelo el orden y la seguridad de la comunidad.
El florentino se adelanta a los planteamientos de Hobbes al decir que los seres humanos somos por naturaleza egoístas y ambiciosos. Nuestra naturaleza es apasionada, voluble, temerosa … y en ocasiones ambiciosa. Maquiavelo intenta desmitificar la visión antropológica cristiana que entendía que la maldad era fruto de la ausencia de perfección (Agustín de Hipona).
Por eso, sólo quien posea un profundo conocimiento realista sobre el ser humano y que sea consciente de todas nuestras inclinaciones podrá gestionar la convivencia


El Príncipe:

El Príncipe debe ser una personalidad excepcional (recuérdese la aristocracia platónica), sabio y virtuoso. Ahora bien, por virtud Maquiavelo entiende algo bien diferente a las virtudes clásicas propuestas por Platón y asimiladas por la patrística y la escolástica (prudencia, fortaleza, templanza, justicia); amplía el concepto y exige al gobernante nuevas aptitudes porque la prudencia, la fortaleza y la templanza no son suficientes para el buen gobierno.
Características del Príncipe:
-          Astuto: debe saber desenvolverse en la política.
-          Pragmático y realista: Tiene que tener la capacidad de transformar las situaciones según sus propios intereses. No puede ser un iluso.
-          Adaptabilidad: debe saber estar en situaciones diferentes y tener capacidad de cambio. No puede ser rígido en sus planteamientos.
-          Intuitivo: tiene que adelantarse a las situaciones y reconocer los hechos
-          Digno: debe hacerse respetar.


La República:

En verdad, el modelo político que tiene en mente Maquiavelo es el de una República. Aparentemente esto entra en contradicción con las propuestas relativas al príncipe ya que a tenor de las afirmaciones que realiza en su obra “El príncipe” parece de ello derivarse una propuesta de tipo absolutista; sin embargo no es así ya que si bien en un principio sí que contempla la posibilidad de la aparición de una forma de gobierno que concentre en torno a una sola persona todo el poder político no menos cierto es que esto sucederá solo como momento de tránsito entre el modelo teocrático-monárquico del medievo feudal y la futura República.

En dicha nueva República, Maquiavelo exige la existencia de un aparato estatal, burocrático, formado por hombres libres surgidos de entre la ciudadanía popular, que se encargue de ejecutar y velar por el cumplimiento de las leyes. El poder del “príncipe” desciende a través de toda la estructura institucional. El Principe - así como el resto de los hombres de Estado - ha de surgir de entre aquellos hombres que ambicionen el poder y deseen naturalmente la dirección con independencia de su origen. Éste se debe hacer valer según los criterios de virtud antes indicados y la estructura institucional debe exigirle que su comportamiento esté a la altura de las necesidades de la comunidad y que contemple como fin esa Paz para la Nación que es objeto del deseo común.

Aunque todos los ciudadanos como ya hemos dicho anteriormente aspiran y desean orden y seguridad, los intereses particulares generan conflictos convivenciales. Esa es la realidad de toda comunidad humana y sería de necios no querer reconocerlo. Por eso el Estado debe hacer uso de la coacción para encauzar las voluntades individuales al igual que para instituir la legalidad, sea comprendida y aceptada por la ciudadanía o no lo sea. La Razón de Estado, la razón del gobernante, trasciende la de los súbditos. Es por eso que Maquiavelo afirma que el fin justifica los medios.
Ahora bien, el fin no es el capricho pasajero del gobernante sino el producto de su racionalidad; el fin es ese orden y esa seguridad individual elevada a toda la comunidad, es decir, el bienestar colectivo (nótese aquí el germen de las futuras propuestas de Rousseau). “Nunca llueve a gusto de todos” es un dicho tradicional que nos puede ayudar a entender los planteamientos de Maquiavelo. La ley nunca será motivo de satisfacción para toda la comunidad, siempre será objeto de crítica y de rechazo por parte de algunos. Por eso la coacción entiende Maquiavelo que debe ser un recurso más entre otros destinado a garantizar el respeto a los principios de ordenación de la ciudadanía (de convivencia).
Los medios estarán supeditados al fin incluyendo aquellos medios que sean objeto de rechazo y fuente de miedo.  Para el príncipe el miedo e incluso aquellas acciones que desde la moral pudieran ser valoradas como injustas, estarán justificadas por el fin político. El criterio del súbdito no cuenta porque no está en situación para entender la situación en términos colectivos, sino únicamente de manera personal e individual.
Precisamente por este motivo, en el modelo de Maquiavelo no se le reconoce al pueblo la soberanía, es decir, derechos políticos. Por eso son súbditos; y los hombres de estado, soberanos, es decir, fuente de legalidad.





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