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KARL MARX[1].
El origen del pensamiento marxista:
- Hegel[2]:
El idealismo alemán iniciado por Kant alcanza su máxima expresión con la
filosofía de Hegel. Éste interpreta la historia como el despliegue del espíritu de
la Humanidad, esto es, como la materialización-objetivación
encarnación de las diferentes etapas de una supuesta sustancia espiritual
absoluta (Fenomenología del Espíritu). De tal manera que cada época corresponde
a una edad o momento subjetivo, de esa humanidad que madura y se manifiesta
mediante diferentes formas.
El sujeto histórico en el sistema hegeliano es la humanidad no los
individuos particulares; de tal manera que el papel que le corresponde al
sujeto particular es el de un agente de su época, esto es, el vehículo mediante
el cual el espíritu se hace carne. La humanidad se objetiviza, así como el
agente a través del cual el espíritu se piensa a sí mismo por medio de la
autoconciencia de la razón, o lo que es igual, cuando la razón va siendo consciente
de sus etapas subjetivas al dirigir la mirada sobre sí misma y tomarse como
objeto. Ese juego dialéctico va dando lugar a un despliegue de ese absoluto ideal.
Por ejemplo, Napoleón, que en tiempos de Hegel atraviesa las tierras alemanas,
es ante la mirada del filósofo el agente que encarna el espíritu de la
humanidad.[3]
Así pues, todo lo real es racional, es decir, los
acontecimientos son resultado de una razón que se comprende a sí misma en el
tiempo dando lugar a la historia. Cada hito histórico (p.e: románico, gótico y
barroco), cada sujeto (Buonarotti, El Greco, Velázquez) que comprende los
hechos en tanto que hijos de su tiempo, es un momento necesario y lógico de una
humanidad que va haciéndose en el tiempo y se va comprendiendo a sí misma.
Marx incorporará a su filosofía la dialéctica de Hegel pero intentará
adaptarla a unos términos materialistas inspirado por el materialismo de
Feuerbach pero diametralmente distinto. Entenderá la historia como el
enfrentamiento dialéctico de los grupos sociales en sus aspiraciones por
cambiar sus situaciones y poner fin a los dolorosos conflictos. Y
rechazará por completo el papel que Hegel le da a la filosofía y a la razón,
por considerar que en los términos en que Hegel la plantea queda reducida a un
instrumento de legitimación de las clases favorecidas como se indicará más
adelante.
- Feuerbach:
Como acabamos de indicar la filosofía de Feuerbach (hegeliano de izquierdas),
tiende a realizar una crítica materialista de la historia. Cada hecho histórico
por complejo que parezca debe ser estudiado según este filosofo por las
condiciones materiales y las necesidades que rodean a los seres humanos que lo
protagonizan. (Esto le sirve a Marx para buscar nuevas claves materiales con
las que interpretar la historia).
Así, por ejemplo, en la Esencia del cristianismo, Feuerbach
señalaba que la religión es el resultado de la proyección del hombre dadas unas
condiciones de vida materialmente entendidas, es decir, que recoge a través de
la religión una manera de ver el mundo con la que se hace cargo de las
carencias y necesidades de las que es objeto.
Marx, recoge el sentido del artificio que introduce Feuerbach en su crítica
pero a diferencia de éste renuncia, precisamente por el carácter falso (y como
luego veremos su función alienante) propone la desaparición de cualquier tipo
de discurso religioso.
Conclusión: Marx recoge el sentido de la dialéctica histórica de Hegel así como la
orientación materialista de Feuerbach, proponiendo una nueva manera de leer la
historia.
Materialismo Histórico-Materialismo dialéctico: (Tª del Conocimiento)
Cuando decimos que Marx es a la historia lo que Galileo a la ciencia[4],
apuntamos a que con su filosofía el primero introdujo unas maneras novedosas
por medio de las cuales entender la Historia de la humanidad y el papel de los
seres humanos en los acontecimientos. Lo que Marx logra es la inversión de
Hegel haciendo de su dialéctica espiritual/racional una dialéctica
materialista. De la misma manera que Galileo matematiza la Física y reduce los
acontecimientos de la naturaleza a representaciones formales-matemáticas; Marx
interpreta la historia desde toda una serie de parámetros materiales de corte
económico. Podemos decir que introduce un nuevo método para interpretar la
historia.
En su obra El Capital aborda la difícil tarea de aplicar este nuevo método
a la historia. Llega en ella a las siguientes conclusiones:
Cada época puede ser entendida según las relaciones sociales de producción
vigentes. Éstas, no son otra cosa que las diferentes maneras de
relacionarse a través del trabajo que tienen todos los seres humanos. Para Marx
las formas de trabajo tienen un alcance total, llegando a abarcar cualquier
tipo de relación entre los diferentes miembros de una sociedad y
determinándola; de tal manera que allí donde veamos a dos o más seres humanos
entablando relaciones, sean afectivas, familiares, o del tipo que sean están
siempre dadas en clave del trabajo[5].
La historia se entiende como la dialéctica entre aquellos individuos que
poseen los medios de producción y aquellos otros que, habiendo sufrido a lo
largo de los siglos la expropiación de sus medios de producción ahora solo
tienen la fuerza productiva que su naturaleza y cualificación les aporta.
(Dialéctica del propietario y el productor). Una dialéctica que es el motor de
la historia en tanto que unos han intentado el cambio y la resolución de las
contradicciones sociales, pero de tal manera que han acabado por generar nuevas
situaciones o periodos históricos en los que, habiendo nuevos grupos sociales,
sin embargo, formalmente la estructura de producción con su consiguiente
dialéctica se ha vuelto a generar.
Entiende el filósofo alemán que las infraestructuras son responsables de
algún modo de las superestructuras que se dan en la sociedad. Llamamos
infraestructuras a las relaciones sociales de producción subyacentes en todos y
cada uno de los hombres y mujeres. Unas relaciones que serán analizadas en
términos económicos:
- Medios de producción: son los bienes necesarios para desarrollar el
trabajo.
- Fuerzas productivas: se trata de las energías que tienen que ponerse en
juego para poder desarrollarse el trabajo.
La superestructuras por el contrario son las manifestaciones en el orden
del pensamiento de esas infraestructuras; unas son un reflejo en el orden
discursivo de las posiciones que en la producción juega el sujeto. Así pues
todo ideología, como todo ejercicio filosófico[6],
o el arte mismo en todas sus formas, serán el resultados de la labor que el
sujeto particular desempeñe en el juego de las relaciones sociales de
producción. Luego pensamos, reflexionamos y creamos arte como lo que somos en
el juego social, proletarios o burgueses. Las superestructuras tienen su origen
en esas infraestructuras pero además, en tanto que formas instituidas en la
sociedad contribuyen durante el desarrollo de la persona a apuntalar el
entramado laboral y las tipologías de la sociedad capitalista.
Marx propondrá que si nuestra voluntad aspira a cambiar la realidad debemos
ser conscientes y ello solo es posible si nuestra filosofía asume criterios de
análisis materialistas y logra alcanzar el verdadero conocimiento (metafísica)
del ser del estado de cosas/la existencia aparente (la física); solo entonces
haremos de la ideología una conciencia de clase y adquiriremos una potencia
práctica-transformadora.
Alienación e Ideología: (Antropología)
El ser humano es práxis:
De la misma manera que Hegel entendía que el Ser se objetiva como fenómeno
histórico, Marx considera fundamental que el hombre se realice en la historia
por medio de la praxis, es decir, del trabajo.
A diferencia del resto de los seres vivos, el ser humano tiene capacidad
transformadora. A través del trabajo nos hacemos y materializamos una forma de
vida.
Ahora bien, no toda acción del hombre puede considerarse positivamente, ya
que hay maneras perversas de actuar que bien lejos están de ser una
objetivación de sí. Todos esos casos en los que el hombre no se reconoce en su
acción, sino que se extraña pueden ser considerados como formas de una
alienación. Insisto: entendemos por alienación aquel estado en el que puede
encontrarse un sujeto en el que siente un extrañamiento, a saber, en el que
apenas se reconoce a sí mismo en su acción, es decir, que bien o es otro o bien
ni siquiera actúa o piensa por sí mismo. Cabe pensar que se encuentra alienado
quien de pronto se siente valorado no por sí mismo sino por alguna otra razón u
objeto en virtud del cual se le está considerando. Pero ésta forma de
alienación, que corresponde a la económica no es la única en la que se
encuentra el hombre y la mujer del XIX; veamos detenidamente cada caso.
El ser humano se encuentra alienado:
- La alienación religiosa. (La religión es el opio del pueblo); anida en
los sujetos de manera intencional un pensamiento religioso que le lleva a
actuar al hombre reproduciendo las relaciones sociales de producción vigentes que
únicamente compensan a los poderosos. La religión es el discurso mediante el
cual ciertas formas de producción se ven reafirmadas; en la medida en que los
sujetos participen de la liturgia y condicionen su acción a la moral contenida
en la religión resultará imposible una transformación social. La religión es la
coartada de la injusticia social y debe ser erradicada completamente.
- La alienación ideológica. Los sistemas de pensamiento ideológico que
brotan a partir de las infraestructuras latentes, perfilan a los ciudadanos
bien como burgueses, bien como proletarios, no como seres humanos. La voluntad
humana, la del sujeto emancipado, es decir, libre de las determinaciones
sociales del capital, es sustituida por los discursos o ideologías de clase. La
acción que de estas ideologías se propone lleva necesariamente a la
reproducción del histórico enfrentamiento entre opresores y oprimidos; de ellas
ningún proyecto de emancipación se desprende, sino únicamente proyectos de
inversión de clases que recrudecerían las injusticias sociales una vez más.[7]
- La alienación económica. El trabajo dado en clave de las relaciones
sociales de producción del Capital, es alienante. El trabajador en la nueva
sociedad industrial se siente doblemente alienado. Por una parte, en el proceso
de la producción no es valorado por sí sino en tanto que pieza o herramienta
que participa en una cadena productiva. El trabajador se convierte en mercancía
al ponerse precio a su fuerza de trabajo. Además deja de ser valorado a través
del objeto como pudo en el pasado suceder en la producción artesanal. Por aquel
entonces, cada objeto llevaba impresa la “firma” del artesano (reflejo de él);
éste se encontraba recogido en el objeto producido, le pertenecía y podía ser
valorado como propietario del objeto producido en todo momento. Ahora el
producto es algo que el trabajador difícilmente puede reconocer como suyo; deja
de realizarse en el objeto/el objeto es algo independiente de él; deja de
materializarse a través de su acción-obra[8].
Por otra parte, el trabajador sufre las consecuencias de la
plusvalía (valor de cambio superior al valor de producción), al ver como el
propietario de los medios de producción se apropia injustamente de ésta
diferencia económica.
¿Consecuencias de la alienación?
- El fetichismo de la mercancía: los productos del
mercado, así como el dinero, han adquirido un poder inusual sobre el ser
humano. El capital se desarrolla a través de las mercancías y el dinero, usando
al ser humano como elemento de la producción. Las personas están al servicio de
la autoperpetuación del capital. Nos hemos convertido en elementos del sistema.
Ejemplos manifiestos de este proceso: el oro, el petróleo, las hipotecas, etc…
- La Reificación: es la cosificación de las relaciones
humanas. Éstas han pasado a ser valoradas como relaciones entre cosas, a la
manera clásica del mecanicismo moderno. Los seres humanos son contemplados como
sustancias definibles. Lo paradójico es que la economía y el materialismo marxista
contribuyen a este tratamiento haciendo del ser humano algo definible
(reducible a fórmulas), rígido y encorsetado a leyes sociológicas (por ejemplo,
la teoría de juegos); de manera que se le analiza como un ser de
comportamientos predictibles en tanto que agente del mercado.
¿En qué consiste el proceso de emancipación?
Marx comparte con los pensadores ilustrados cierta
concepción originaria del ser humano en tanto que sujeto poseedor de una serie
de derechos naturales que durante la historia han quedado anulados a medida que
se ha ido consolidando el modelo
capitalista (laconcentración del capital y el libre mercado). Por ejemplo, el
derecho de propiedad se ha viciado bajo el concepto de propiedad privada dando
lugar a la privación de este derecho (que es un derecho natural) en gran parte
de la ciudadanía. Con el derecho al trabajo pasa también algo parecido. Los
modos de trabajo contemporáneos distan mucho de esa praxis por medio de la cual
el ser humano se hace a sí mismo (se objetiviza)
La Filosofía como praxis: (Política)
Una de las acusaciones que Marx dirige contra la tradición filosófica
consiste en la nula capacidad de transformación que ésta tiene a pesar de que
algunos autores ya desde tiempos remotos pusieron como condición fundamental
del ejercicio crítico filosófico la dimensión práctica desde el saber teórico.[9]
En Hegel, el ejercicio crítico de la razón, la tarea mediante la cual la
razón se vuelve sobre sí misma con ánimo de entender el porqué de la realidad
de la que ella misma es origen, es en definitiva un ejercicio de
autoconsolación; en otros términos, la razón se legitima a sí misma, no
transforma la realidad sino que se vuelve sobre sí misma para entender por qué
hace que las cosas sean como son. La dialéctica de Hegel, Marx la entiende como
un ejercicio en el que la razón va tras la historia legitimando los
acontecimientos, es decir, dando cuenta de ellos.
Por el contrario, la razón según Marx tiene que ir por delante de la
historia, convirtiéndose en el verdadero motor de cambio, asumiendo una
metodología materialista de análisis de las condiciones económicas de la
sociedad que son responsables de las relaciones sociales de producción y
elaborando un programa de acción transformadora de dichas estructuras.
Marx entiende que este ejercicio de la razón le corresponde precisamente a
la clase oprimida en tanto que es aquella que en peor situación se encuentra y
quien va a sentir la necesidad de cambio, no así las clases más
favorecidas.
Ahora bien, esta razón, que toma conciencia de la clase y que descubre las
estructuras económicas que subyacen no es exclusiva de los trabajadores sino
también de los burgueses. Éstos, en tanto que tomen conciencia de su clase,
podrán aliarse junto al proletariado para cambiar las condiciones materiales,
esto es, poner fin a una dialéctica basada en opresores y oprimidos.
Unos y otros entenderán que la finalidad de la razón será la transformación
de la sociedad y la emancipación del ciudadano. Para lograrlo habrá que
conquistar el Estado para desde él desmontar las estructuras económicas
sociales, empezando por la propiedad privada (la única manera de salvar el
derecho de propiedad natural que tienen todos los seres humanos será a través
de la sustitución de la propiedad privada por la propiedad pública); logrando
de este modo acabar con las clases sociales; no proletarios ni burgueses. Solo
entonces podrá plantearse la disolución del estado como aparato de control
político.[10]
Hay que acabar con la estructura material del liberalismo capitalista sobre
el que está construida la historia y poner fin a la dialéctica de las clases
que viene generando formas de alienación diversas. El Imperialismo colonial –
fase superior del capitalismo – debe llegar a su fin.
Según Marx, las fases de la
transformación social serían las siguientes:
-
Dictadura del
proletariado: la clase trabajadora deberá hacerse con el poder político,
derrocando al Estado tradicional-burgués y haciéndose con el control de todos
los aparatos logísticos de gobierno, así como con todo el tejido industrial.
-
Socialismo: se ha
de constituir un Estado que se preocupe por la igualdad social y se encargue de
ir generando las condiciones para alcanzar la siguiente fase.
-
Comunismo: fase
final en la cual ya no será necesaria la existencia de un Estado. La sociedad
civil se organizará mediante colectividades que funcionarán asambleariamente.
¿Era Marx un científico? No, claro que no, en el sentido de Popper, Bertrand Russell, o el círculo de Viena. Pero, hay que entender, Marx no respondía a esos criterios cientificistas, dogmáticos y anticientíficos. La ciencia a la que Marx suscribía era dialéctica, antropológica y ética. El fin último de la ciencia como la entendió Marx consiste en desvelar o develar el ser que se esconde en sus apariencias. La ciencia moderna se pierde, no en vano ciertamente, pues las contribuciones que ha hecho, sobre todo en el terreno práctico, son, sin duda, innegables y beneficiosas hasta cierto punto, en las apariencias, en lo óntico, y olvida, el fundamento, el ser.
ResponderEliminarEl ser de algo, debido a la limitación de nuestra capacidad cognitiva, no es captable en su totalidad. Es por eso que si no se presta atención, fácilmente se puede caer en el simplismo, como lo hace la mayoría de científicos y epistemólogos modernos, de tomar una de las manifestaciones positivas de aquel como el ser mismo, a pesar de que sea sólo un aspecto parcial de aquel. Dado que éste no se manifiesta, porque sólo se le puede aprehender teóricamente, esa es la tarea fundamental del científico, mostrar el ser, que se enmascara en las apariencias. El análisis de Marx abarca el concepto, el momento dialéctico, y la categoría, que es el momento analítico; es pues claro, que esta forma de tratar el objeto de estudio es mucho más profunda que la de la ciencia empírica que se limita al análisis de lo óntico, del dato, de lo abstracto.
De una lectura extremadamente defectuosa sobre Marx por parte de Louis Althusser, se proliferó la idea, infundada e irresponsable, de que el Marx joven era un simple idealista y sin ningún atributo científico digno de valorar, pero el adulto, el del capital, era el científico. Esto, como se sabe, no es verdad. Marx fue en su totalidad una persona, compuesta, como cualquier otra, de múltiples momentos, pero en cada uno de ellos, él mantuvo ciertas ideas, mojones, fundamentales de su sistema.
De hecho, la ontología del capital ya estaba presente en un examen que presentó en su clase de religión, (composición sobre religión, agosto de 1835) realizada cuando apenas aquel era un jovenzuelo. En ella dice que "tenemos que estar unidos a Cristo en la más viva comunidad (Lebendige Gemeinschaft)" (Dussel, 2008). Algo que Marx siempre mantuvo, en cada faceta de su vida, fue la idea de "comunidad viva". Por lo tanto, la idea de partir a Marx en dos: uno idealista y científico el otro; a mi juicio, es algo deshonesto intelectualmente; lo menos que se puede decir sobre la interpretación superficial de Althusser, es que es ridícula y completamente arbitraria; no debería ni de ser refutada.
ResponderEliminarEl ser, como sabemos, no se puede captar de manera inmediata, pero se le puede alcanzar teóricamente como una totalidad, como un concepto. Por ejemplo, el edificio de una escuela, las sillas, el pizarrón y todas las otras cosas que en dicho recinto se vean son justificados dentro de la totalidad concreta pedagógica. Todo lo demás que allí se vea es abstracto, sino se conoce el ser o la totalidad que subsume y da sentido y unidad a todos esos fenómenos que son un momento en el proceso de aquella; en la totalidad todos esos fenómenos son subsumidos, unificados y por lo tanto tienen sentido y no son puramente abstractos. El ser de algo es la esencia, es lo que le da razón de ser a las diferentes determinaciones que se manifiestan en el nivel positivo. La escuela ( lo dialéctico), por ejemplo, como escuela no la podemos tocar, podemos ver sus distintas determinaciones objetivas( lo analítico) (edificio, sillas, pizarrón y muchas otras determinaciones); se llega al concepto de escuela si se abstraen todas las determinaciones que se manifiestan de lo contrario, no.
El ser del capital, y esto suena desconocido y extraño a muchos marxistas, pero es porque no han leído seriamente a Marx, es el valor que se valoriza. Cada determinación es portadora de valor, y se puede entrar a la totalidad del capital por cualquiera de ellas. El método que Marx puso en práctica fue el de ir de lo abstracto a lo concreto. La determinación dinero, tiene valor y puede ser negada, como de hecho es requerido para que se dé un ciclo productivo, y aparecer como medio de producción y capital variable. En los medios de producción y las materias primas hay también valor. Puede ser negada la madera, por ejemplo, y aparecer como un producto determinado —y en ese sentido negado— mesa y tiene valor. En el mercado, el mundo de las mercancías donde los fenómenos del capital se manifiestan, como mercancía tiene valor. Si se compra la mercancía, la mesa, es negada como mercancía mesa y aparece como dinero dos y más la ganancia; en todo ese proceso dialéctico del capital, mantuvo algo que nunca desapareció: el valor; valor en sus tres determinaciones como algo útil, producto del ser humano y cómo intercambiable; valor que va creciendo en cada ciclo del capital.
El ser que Marx quería desvelar o develar era el ser del capital, y, considerando su obra, lo hizo. Es evidente que esta comprensión de ciencia, es mucho más profunda que la ciencia vigente. No es que se desprecie los grandes adelantos alcanzados por la ciencia actual, simplemente lo que se le reprocha es su fetichismo descarnado; su desprecio por el conocimiento dialéctico. Los economistas modernos, como no conocen el ser del capital, han absolutizado el mercado, una de las muchas determinaciones del capital y décimo piso de la economía, y han olvidado el momento productivo, la fábrica, lugar donde el obrero objetiva su vida, donde su mercancía, su fuerza de trabajo, genera productos que una vez puestos en el mercado serán mercancías. Si se hace eso, no parece que exista ningún tipo de violencia por parte del capitalista en desfavor del pobre; es más, hasta puede ser considerado como un ser benevolente. Sin embargo, hoy son pocos los que hablan de fuerza de trabajo y trabajo vivo, esas categorías son esenciales para entender el movimiento ontológico y óntico del capital.
Si no se parte del trabajo vivo como fuente creadora del capital desde la nada del capital, entonces es una economía necrófila, amante de la muerte y de todo lo nocivo, como de hecho es toda la economía vigente. En palabras simples: toda la economía capitalista contemporánea es fetichista. El trabajo vivo debe de ser el punto de partida y el punto de llega del capital, pero los economistas modernos, que son fetichistas, no ven esas categorías. El fetichismo consiste en elevar un término y olvidar la relación, el cuarto predicamento de Aristóteles. La relación está compuesta por cuatro términos, elevar uno y olvidar los otros es un evidente fetichismo. Negar el trabajo vivo como la fuente creadora desde la nada del capital, desde la nada porque el capital sólo paga la capacidad o fuerza de trabajo ( aunque su pretensión es que paga el trabajo vivo, pero no lo hace), que le posibilita al trabajador adquirir los supuestos objetivos para seguir objetivando más vida en el ciclo del capital, pero no el trabajo vivo, que crea en el plus tiempo más valor, vida objetivada, de lo que el capital le paga, implica necesariamente que el valor del capital se origina de sí mismo. Esto, como sabemos, es ridículo.
ResponderEliminarMarx descubrió el ser del capital gracias a su esfuerzo colosal de abstracción. Descubrió las categorías más importantes de toda la economía: el trabajo vivo y el plus valor; sin embargo, sin desmeritar el gran descubrimiento de Marx, aquellas ya se hallaban implícitas en la política de Aristóteles, a quien Marx admiraba mucho. Sin pecar de imprudente, se puede decir que Marx, hasta cierto punto, era aristotélico. Dichas categorías, como se sabe, son completamente ignoradas por la economía vigente. Pero Marx es vigente, pues su descubrimiento trastocó todo el sistema categorial del sistema capitalista. Para Bertrand Russell es demasiado materialista, sin embargo no piensa lo mismo de los utilitaristas: qué doble moral. Para Popper Marx no es científico, pues es muy obvia su teoría. Para Popper las teorías más científicas son las más improbables. Ambas posturas están erradas, la razón es simple: la ciencia de Marx es antropológica y ética. El libro mismo del capital es una ética; su finalidad es práctica y política.
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